Cuando alguien tan amado como un hijo muere, no solo se vive la ausencia, también se da un vacío inmenso en la rutina, en el alma y en las palabras no dichas.
Cuando alguien tan amado como un hijo muere, no solo se vive la ausencia, también se da un vacío inmenso en la rutina, en el alma y en las palabras no dichas.
Sandra Lozano
junio 12, 2025
La perdida de un hijo es, sin duda, una de las experiencias más dolorosas y transformadoras que puede vivir una persona. Sin embargo, aunque físicamente ya no esté, muchas madres, padres, hermanos o cuidadores siguen sintiendo un lazo profundo que no se rompe con la muerte, es por eso que en ocasiones surge la necesidad de hablarle, recordarle, compartir pensamientos, emociones e incluso los silencio.
Hablar con un ser querido que ha fallecido puede parecer, desde fuera, una fantasía o un consuelo simbólico, pero desde el corazón, es una forma de sanar. Estas conversaciones internas pueden permitir:

Ten en cuenta que seguir conversando no significa negar la pérdida, sino darle un lugar sano en la vida. Es reconocer que el amor no termina con la muerte.
Este tipo de diálogo simbólico forma parte de lo que se conoce como continuidad del vínculo, un enfoque del duelo que no busca “cerrar” la relación con quien murió, sino transformarla. Hablarle a quien ya no está, lo cual nos permite:
Te comparto una frase de Susana Roccatagliata, reconocida tanatóloga, que ha acompañado a muchas madres y padres en el duelo por la pérdida de un hijo:
“La muerte de un hijo no se supera, se aprende a vivir con ella. Se aprende a respirar distinto, a mirar el mundo desde otra orilla… pero el amor, ese, permanece intacto.”

Decidir buscar ayuda es una muestra de valentía. Juntos, exploraremos herramientas y estrategias para superar el duelo y construir un futuro más luminoso. Para programar una sesión da click aquí.